lunes, 11 de junio de 2012

más abajo está la autoevaluación

Liverpool es una película llena de situaciones bellas, justo hoy estuve viendo unas cosas de lisandro alonso y me acordé de esta película. Me gusta el trabajo de los tiempos. Aunque la mayoría de las escenas son del personaje solo, para mi es una referencia el uso de los tiempos, la tristeza que eso desprende.
Este fragmento tiene una escena, a los cinco minutos, donde farrel habla con su madre, también tiene unas conversaciones con la nena que está viviendo con la madre. Me gusta mucho el trabajo de los lugares, los encuadres y, como dije, de los tiempos. En estas escenas hay diálogos, cosa que no me gustaría para el trabajo. Al principio de la película hay una escena de él solo cambiandose en el barco, y luego juntando todas sus pertenencias de esa habitación chica, que me gusta mucho.


Pensaba en ir publicando escenas a medida que se me ocurran, ahora dejo esta porque justo estuve recordándola hoy. 


No se si es posible, pero voy a dejar una escena que estuve pensando estos días. Yo generalmente escribo más poesía, pero tuve que hacer una descripción de una atmósfera, entonces escribí algo que no es relato audiovisual totalmente, y donde tampoco me animé a escribir de forma poética.. pero para describir una situación está bien...

Un monoambiente, las paredes blancas rasgadas por la humedad, una estufa antigua que mancha la pared con un color grisáceo amarronado. El techo es alto, de ladrillos; el piso, de maderas que se desarman. Una pequeña ventana que se abre en tres partes. Sopla una brisa y en el medio de la ventana una cortina blanca, que se redondea por el viento, se mueve incesantemente.  
El lugar está apenas amueblado, una mesa de madera gastada, pintada de verde muy oscuro, con dos sillas. En una de ellas hay un bolso de cuero con el cierre roto, al costado, en el piso, una mochila de lana de alpaca colorida. Una mesada con platos sucios, una botella de vino vacía y, al lado, un horno. En una esquina, arriba de unas tarimas hay un colchón de plaza y media, y a su costado derecho, una caja de cartón al revés, sobre ésta dos vasos de vino casi vacíos y un par de libros apilados. 
Una mujer joven, de pelo morocho muy corto, duerme con los ojos fruncidos, su belleza es armoniosa. Está semi tapada con una sábana celeste que no alcanza a taparle los pies. Al lado, sentado sobre el colchón, con los pies apoyados en el piso, un hombre un poco mayor que ella, desnudo, llora apoyando su cabeza y sus manos en sus rodillas que están dobladas. Está acurrucado. 
Es de noche, sólo la luz de la luna alumbra este cuarto. Se oyen grillos, un tren pasa solitario. 
El hombre mira a la mujer un largo rato, la acaricia. Su llanto es suave, se amalgama con los sonidos de la noche.  Se levanta, se pone un calzoncillo que hay en el piso, y una remera blanca. 
Se acerca a la mesa, toma un cigarrillo y lo fuma en la ventana, la luz de la luna se refleja en su cara. Sus movimientos son lentos. Se estira para sacar una campera de lana del bolso de cuero. También toma un pantalón de jean que hay en el respaldo de la silla, y con el cigarro en la boca se lo coloca. No puede evitar largar un llanto sonoro, como un gritito rápido, ahogado. 
El hombre apaga su cigarrillo a la mitad, en un cenicero que está sobre la mesa. Luego se acerca a la cama, de cuclillas, mira nuevamente a la mujer un pequeño rato.  Da un giro, vuelve a sentarse sobre el colchón y se calza sus zapatos. Toma los últimos dos libros que estaban sobre la caja de cartón y los guarda en su bolso.  Se carga el bolso al hombro desde su única correa y se acerca lentamente a la ventana para cerrarla. Se detiene a mirar a través de ella. Con poca decisión, da media vuelta y sale lentamente por la puerta que está frente a la ventana. 
El lugar queda en silencio, la mujer no se mueve. Se escucha a alguien subiendo a una bici, comienza a pedalear. Los pedales hacen un pequeño chillido. El sonido se pierde de a poco, hasta esfumarse. 
La habitación no está vacía, pero parece estarlo. Ya no entra el viento para mover las cortinas. Falta un bolso y un par de libros, las sábanas aún no tapan los pies de la mujer.



Uh, es un posteo un poco largo, pero bueno, de última lo dejo escrito acá para tener en cuenta.

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